Menos estructuras, más desorden: o lo que hay que cambiar para mejorar la educación escolar
Una atractiva invitación a dejar de lado la seguridad del orden escolar establecido por rígidos currículos y normas para aventurarse en los procesos y contextos informales del aprendizaje, con miras a comprender lo mal que estamos educando hoy a nuestros niños y activar posibles y deseadas mejoras en ese ámbito representa “Educación y caos.
Del insípido orden escolar al sabroso desorden educativo”, libro escrito por Alberto Moreno Doña, profesor e investigador de la Escuela de Educación Parvularia de la Universidad de Valparaíso.
Publicado por Ediciones de la Junji, el texto fue presentado -de manera oficial- durante el III Seminario Académico Internacional de Reflexión y Debate “Educación Infantil en el Siglo XXI: Desescolarización de la Educación Parvularia” que organizó dicho plantel académico.
En sus 164 páginas, su autor, quien es doctor en Actividad Física para la Educación en la Sociedad del Conocimiento, plantea y desmenuza, con soltura y claridad, una serie de ideas, reflexiones y principios emanados desde las ciencias de la complejidad y, más específicamente, de la Teoría del Caos. Su objetivo: establecer las analogías posibles de realizar entre dichos postulados científicos y el aprendizaje de niños y niñas, con el fin de reconocer esa capacidad de aprender -casi mágica- que tienen todos los infantes y, al mismo tiempo, repensar y transformar las instituciones educativas formales, siempre en aras de mayores cuotas de justicia social y dignidad humana.
“La discusión pedagógica-educativa en Chile y el mundo ha terminado olvidando al centro del proceso educativo: el niño o niña y el aprendizaje. Entonces hablamos de condiciones, de políticas y de principios, que son importantes e interesantes y que tienen que estar. Pero el aprendizaje y el sujeto del mismo se nos olvidó y ha pasado a ser una segunda derivada de todos esos elementos o condiciones”, argumenta Alberto Moreno.
Obsesión por la eficiencia
Para el docente de la Escuela de Educación Parvularia de la UV, la sociedad moderna está obsesionada con un orden que no es propio del aprendizaje ni de los niños, y que él define como “adulto-céntrico”.
Al respecto, sostiene que este fenómeno no es de ahora, pero que en la actualidad se ha visto más exagerado. A su juicio, se ha transformado en una obsesión por la eficiencia, por una respuesta tangible a un fenómeno y a una medición de competencias.
“El orden está bien siempre y cuando tenga un sentido que no atente contra la finalidad de lo que intenta organizar o establecer. Y con la educación de nuestros hijos pasa eso. El insípido orden escolar no reconoce lo que el niño por naturaleza propende a mostrar o busca saber. Porque al final terminamos hablando de todo lo accesorio y dejamos de lado el aprendizaje, la experiencia por el otro, que en definitiva es una relación. Y una relación difícilmente puede ser mecanizada o definida a priori, pues se da en un momento y en un lugar concreto, pero como no atendemos a ello terminamos estereotipando un tipo de experiencia que creemos es la que los niños, necesariamente, tienen que vivir”, advierte el profesor Moreno.
Líneas temáticas
“Educación y caos. Del insípido orden escolar al sabroso desorden educativo” comprende tres líneas temáticas. La primera es una argumentación teórica-conceptual de la caracterización de la educación formal y de la informal, la segunda refiere a la obsesión de saber en qué momento los niños empiezan a aprender y cómo está siendo estructurada nuestra educación, mientras que la tercera aborda los ambientes, la intencionalidad y los contextos a los que debiera apuntar la educación parvularia.
“Estoy convencido de que ya no valen las reformas sino los cambios de aquellos fundamentos que está sustentando –e incluso legitimando– el modelo de sociedad que tenemos y que por extensión ha creado una escuela adecuada a los mismos y que origina la subordinación de los niños y niñas a un sistema dominador, castrador, lineal y competitivo, contrario a esa visión compleja que los pequeños poseen de la realidad. Son las creencias, emociones, sensibilidades, compromisos, organizaciones, etcétera, lo que tiene que cambiar”, concluye Alberto Moreno.